Las peleas de gallos
de la isla de
de la isla de
Gran Canaria
En todo el
archipiélago canario la afición por el apasionante y cruel espectáculo
consistente en aprovechar la belicosidad de esa indómita ave que no admite
rivales en su feudo, se hace sentir de una manera relevante y continua. La altiva belleza y gallarda apostura de los
contendientes que. Utilizando como armas el agudo pico y los acerados
espolones, entablan un duelo hasta que el ensangrentado vencedor posa
majestuosamente su planta sobre el vencido, constituye uno de los juegos más
antiguos de la humanidad. En la Atenas
de Pericles (siglo V a. C.) Ya
encontramos referencias sobré. Dichas
peleas, existiendo una ley por cual todos los años se debla celebrar una, en
memoria de la alocución dirigida al pueblo por Temístocles antes de la batalla
de Salamina; “En aquella ocasión, al ver pelear dos gallos, Temístocles
preguntó a los griegos si estaban dispuestos a imitar el encarecimiento de
aquellos animales que se mataban por el solo placer de vencer".
Sin embargo, no
será hasta que los españoles lleguen a las islas Filipinas cuando se introduzca
en España este tipo de espectáculo y comience a contar con numerosos adeptos,
que transmitirán su afición a toda Hispanoamérica. En la actualidad, junto con
alguna de las islas canarias (todas menos El Hierro, La Gomera y
Fuerteventura). Cádiz, Málaga, Sevilla y Asturias constituyen los únicos
centros españoles que mantienen y fomentan esta clase de peleas, testigo fiel
de otros tiempos. En la isla de Gran Canaria existen tres partidos (Partido de
la ciudad de Arucas, Partido de la ciudad de Telde y Partido de la ciudad de
Las Palmas, cuyo Presidente Don Miguel Jiménez Jorge ha sido nuestro
informante) que, durante los meses de febrero, marzo, abril y mayo, entablan
sus peleas en la Gallera de la capital isleña. Cada uno de estos partidos posee
un número determinado de gallos que, hasta.
Que no llegan a la edad de año o año y medio, permanecen, repartidos por
casas de campo, al aire libre, o por recintos cerrados, siempre y cuando éstos
reúnan seis metros cuadrados como mínimo de superficie
("Revolcaderos"). En donde existe un gallo adulto que los separará si
se inician peleas entre ellos a causa del celo o del cambio del tiempo. Durante
este tiempo sólo se les hace ingerir una alimentación a base de maíz,
"rollón” (millo partido y agua).
Cuando el gallo
ha llegado a la edad de “hacer peleas" (año o año y medio) y el día uno de
diciembre se cumple en el calendario, es llevado a la "Casa de gallos
" existente en cada una de las ciudades partidistas. La "Casa de
gallos" es el lugar en donde se reúnen y preparan los gallos que van a
pelear durante la temporada, y se halla bajo la supervisión de un “cuidador de
gallos” y tres ayudantes, pagados por cada uno de los partidos.
La primera
operación a la que se les somete es al DESCRESTAD cortándoles la cresta,
Barbas y
orejillas, utilizando para tal fin las tijeras Cuando los gallos están en
buenas carnes, se ATUSAN, se esquilan, a tijera también dejándoles ciertas
partes del cuerpo, como pescuezo y cuarto trasero en su parte inferior,
completamente limpias de plumas. Las rémiges primarias se despuntan, y de la
cola, s o lamente se les dejan las rectrices, que se igualan con las más cortas
se les limpian y aguzan los espolones ("espuelas"). Y se les iguala
el pico con lima muy fina. La espuela
del gallo, apéndice destructor, se encuentra determinada por dos factores:
tamaño y posición. El primero debe
oscilar entre los dos y medio y tres y medio centímetros de longitud, aunque si
mide de dos y medio a cuatro también se considera como válido. La posición,
como es lógico, debe ser correcta, esto es, recta y corvada, ya que, si ocurre
lo contario, ésta será "cambada" o torcida y, por tanto, no válida.
En estos casos se opta por cortársela y añadirle una postiza, de otro gallo,
fijándola por medio de pegamentos y cintas estrechas. Se les hace perder el
tejido adiposo, la gordura, y se les hace ejercitar su sistema muscular para
aumentar su fuerza. Cuando los gallos han sido sometidos a todas y cada una de
estas operaciones.
El
"cuidador", en colaboración con sus ayudantes, procede a PECHARLOS,
es decir, probarlos, ver si "tiran patas ", en definitiva, realizar
la gran selección. Los gallos que hayan superado esta última prueba serán
repartidos de la siguiente manera: los mejores, "los jugadores de
primera", pasarán al "primer salón", y "los
suplentes", al "segundo". Unos y otros serán los que, más
adelante, lucharán encarnizadamente, reuniendo sus dotes naturales de arrojo,
fuerza, agilidad y musculatura, hasta conseguir la muerte de su adversario.
Para ello, dos veces por semana, se les "corre ", actividad
consistente en soltar al terrible espuelero un gallo cualquiera o un muñeco
("machanga ") que haga las veces de este último, entablándose una
pelea simulada, ya que las espuelas permanecen protegidas con lana o trapo. Su
alimentación es tan cuidada como su aspecto. Aparte del maíz y del agua, se les
coloca, a modo de sobrealimentación, un pellizco de una masa resultante de
mezclar almendras molidas, huevo, plátano y gofio (harina de maíz), todo ello a
una misma hora (dos de la tarde). En la "Casa de gallos”. Donde casi todos
los combatientes están pelados, no se deben producir corrientes de aire, y el
"cuidador" debe observar si a algún ejemplar le queda algo en el
buche del d la anterior, y a la vez, el estado de las deyecciones. A l mismo
tiempo, se lavan los gallos con agua y ron y 1 limón y sal, con el fin de
endurecer la piel y cicatrizar heridas. Con el primer domingo de febrero queda
inaugurada la temporada de peleas de gallos en la Gallera de Las Palmas,
inauguración que se prolongará durante todos los domingos hasta una vez
clausurado el mes de mayo. La Gallera es
un local, a modo de pequeña plaza de toros, que tiene en el centro un redondel
de unos tres metros de diámetro, “valla”, alrededor del cual se eleva la
gradería con una pendiente muy pronunciada para que las riñas, con todas sus
incidencias, se puedan divisar desde todos los puntos Para concertar las peleas
se procede al casamiento de las mismas.
Los jueves de
cada semana el representante de cada partido pesa y mide la espuela a cada uno
de sus SIETE gallos que pelearán el domingo próximo, estableciéndose unas
listas que serán llevadas a la "valla" y presentadas al presidente,
en donde figuran estos dos requisitos. El peso establecido puede oscilar entre
tres y cuatro libras y once y seis onzas respectivamente; la medida de la
espuela, como se recordará, entre los dos y medio y tres y medio centímetros de
longitud De dichas listas se van entresacando los gallos que, tanto en peso
como en espuela, sean iguales, tolerándose las diferencias de una onza y de un
milímetro. Al verificarse las peleas. Ocupan el presidente y vicepresidente sus
respectivos sitios y van citando a los "soltadores" de cada partido
para que exhiban los ejemplares que van a batirse En la balanza que hay en el
centro del ruedo. El “soltador " procede a pesar los combatientes para
comprobar que son cada uno del peso estipulado en los casamientos. En caso de que exista más de media onza de
diferencia el gallo es retirado y, si por cualquier; circunstancia esto no se
lleva a efecto. El vencedor de la pelea no tendrá ninguna validez. Ya pesados, cada "soltador" lava el
gallo del contaría con alcohol de goo, algodón y limón, este último para limpiar
las espuelas, con el fin de evita r posibles trucos que contribuyan a acelerar
el final del combate. La pelea se da por iniciada cuando los gallos son
introducidos por sus respectivos “soltadores” en la "valla" y
comienzan a tantearse. Como midiendo fuerzas. A partir de entonces. Los
partidarios de cada partido o color del combatiente, cada vez que uno de éstos
se apunta un tanto. Se atraviesan las apuestas (que vienen a ser de mil a diez
mil pesetas cada una) quedando así casadas, en medio de un gran estrépito y en
forma más f irme que si se hubieran contraído ante notario; y cuando el presidente
dice: "perdió”, cada
apostador abona lo que ha perdido, sacando el dinero. S in dudas ni
discusiones. El tiempo en las peleas no
existe, aunque normalmente suelen durar de dos ·a quince minutos, lo que cuenta es que el gallo sea
"fino ", que no abandone o no se aplome. En definitiva. Que mueran
peleando.
NOTAS
(1)
GREDOS, Juan: "El espectáculo de las peleas de gallos en Madrid”. Revista
"Estampa"; T.l.; no 116; 1930.
FUENTES
Don_
Miguel Jiménez Jorge, Presidente del
Partido
de Gallos de la ciudad de Las Palmas.
En la isla Gran Canaria es frecuente que se realicen estas peleas de gallos, pero siempre terminan bien, no llegan a lastimarse mucho; por otro lado existen otras islas como al de isladelagraciosa.com en la que no se realizan estos espectáculos tan atroces.
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